Ella es Laura, una mujer de edad madura(42 para ser exactos) quién solía tener deslices cada que se lo permitiera , era amante de coleccionar historias efímeras y pasajeras
sagaz en su estilo de vida y lenta para establecer una relación duradera.
Cierto día Laura comenzaba sus actividades cotidianas, eran las 9:45 de la mañana, la misma calle, la misma gente, la pintoresca cafetería y el aparador de enfrente que le recordaba
que había llegado la hora de hacer unas cuantas compras otoñales para su armario.
Caminaba detenidamente por la cera de la calle, pensaba en áquella noche en la que sólo estuvieran ella,el sofá, una taza de chocolate caliente, quizás música para relajarse y un buen libro que hacía tiempo había visto en la biblíoteca del centro comercial "Para los buenos amantes de lo prohíbido" un titulo bastante sujestivo; Laura sabía que necesitaba un momento a solas, para delirar, pensar e imaginar todo áquello de lo que jamás había si quiera sido capaz de contárselo a su almohada.
Mientras caminaba paulatinamente miro su reloj y eran ya pasadas las 10 de la mañana,
entró en la cafetería, saludo amablemente a la mesera (una jovencita de unos 19 años de edad, blanca con pecas en la nariz y un tono durazno en sus mejillas, con una coleta y partidura de lado) casualmente ese día Bárbara había sido contratada...
-¿Eres nueva aquí?, no te había visto antes, apenas hace 3 días que no he venido... ¿Qué pasó con Lariza?
- ¿Lariza? acaso no se enteró...
Si supiera, crees qué te lo hubiese preguntado, le respondió de manera irónica.
- Desde luego contestó apenada Bárbara.. con un suspiro exclamó mí tía se volvió a casar y se mudaron a Canadá.
- Con qué prima de Lariza eh... sí así es, yo necesitaba mucho el trabajo y mi prima se ofreció a dejarme su vacante y aquí me tiene.
-¡Qué lástima! Lariza preparaba el mejor capuccino de la ciudad, seguramente le irá bien.
- Si me permite puedo ofrecerle un café.... -Laura, me llamo Laura, bien Laura gusta que le sirva un café, mi nombre es Bárbara y permitame decirle que no me sale tan mal el capuccino, creo que es costumbre familiar pero si no es de su agrado, le preparo otro, ¿Qué dice?
-Está bien, qué sea también un desayuno con jugo de naranja.. ahhh y el periódico por favor.
-Enseguida estarán listos.
Mientras Laura esperaba por su desayuno y el acediado capuccino, la puerta de la cafetería fue abierta por un hombre, alto, apuesto, de cabellos oscuros y ojos expresivos, vestía de manera informal, pants, playera holgada blanca con una leyenda impresa de la compañía para que trabajaba, y tennis... - Un capuccino para llevar por favor.
Laura no lo podía creer, qué hombre tan apuesto, pero qué facha, (ciertamente era el tipo de hombre con el que no estaba acostumbrada a salir, dígamos que a "relacionarse") sin embargo algo llamo su atención, pero lo dejo pasar,¡Bahh! hoy ando de ánimos caídos, y no pretendo lidiar con "mocosos" pensó, mientras cavilaba todo áquello, el "mocoso" de 28 años de edad;dato que Laura desconocía salió aprisa acompañado de su café sin haber recogido su cambio, ésta juventud de ahora, les vale madre todo sollozó riendo.
Dejo de lado áquel chico, desayunó, se dirigió al cajero a sacar una módica cantidad de efectivo e hizo lo que toda mujer prefiere después de tener un orgasmo, ¡Ir de compras!, se midió infindad de prendas desde faldas, abrigos, camisas y por supuesto zapatos, gastó cada centésimo de su dinero, excepto un apartado que guardó en el interior de su bolsa marrón.
Camino a casa, Laura se detuvo en la tienda de música, se dirigió a la sección de jazz y tomó un cd, lo pagó y recordó que únicamente le faltaba adquirir el libro, sin embargo era tarde y tenía que estar en la oficina a las 12, a pesar de que era su día de descanzo necesitaba entregar unas gráficas para el proyecto de remodelación de un múseo; apenas alcanzó a llegar. La única que estaba ahí era Sugey su amiga de la infancia quien era óptima en indagar en sus líos amorosos y por supuesto presta para aconsejarle, digamos que Sugey era la clásica amiga que fungía como la conciencia de Laura, esta vez no había nada que contar, nadie a quién poner en evidencia y mucho menos a quién calificar.
-¿Qué hay de nuevo Laura?
- Nada
-¿Nada?...¿Nada de nada?
-No hombre que nada, y no me molestes con tus indagaciones, he venido única y exclusivamente a dejarte el folleto con las gráficas, he decidido pasar el día entero en casa, iré al centro comercial a comprar un libro, ¿Vienes?... -No gracias, quedé en ir a comer con Roberto, ¿Roberto, el de traje gris cada lunes y qué huele a mantequilla por la mañana?, -¡Laura por favor!...
Está bien, que te vaya bien Sugey, sólo te recuerdo qué mira que lo digo por experiencia ese hombre es un aburrido que no sabe hablar de otra cosas que no sea su propia persona, me retiro, cuídate. Salió apresuradamente antes de que Sugey la invadiera en preguntas por enésima vez.
Al fin estaba en casa ya eran casi las 7 de la tarde, y ahí estaba con el libro, el cd, el sofá, ella misma y con un sustansioso chocolate caliente por hacer, pero decidió tomar un baño de burbujas, el clima se tornó sumamente relajante, velas, música una tina con agua caliente y burbujas, había esperado tanto por ese momento que tomo su debido tiempo, para despojarse de cada prenda, y poco a poco se sumergió en la bañera, la esencia de las velas hacía de aquél sitio un contexto muy seductor, ella terminó su baño relajante, secó su cuerpo y vistió una pijama de seda en color negro, que dejaba ver las pecas de sus hombros, y sus piernas bien torneadas.
Al fin sentada en el sofá tomando chocolate caliente, disfrutando de la música a medía luz justo para permitirle leer el libro recién adquirido.
No es tonto quién desea lo prohibido, si no el que se prohibe desear, así comenzaba el prólogo del libro, Laura encontraba fascinante cada página que leía, sentía que al fin había alguién que la comprendía, aunque ese alguién era inherte a sus sentimientos y que acabaría tan pronto como ella cerrara el libro, entonces tocaron fuertemente su puerta... -Hola, ¿Hay alguién ahí?
- ¿Qué desea?
-Buenas noches, soy su vecino de junto, me llamo Josué , recién llego acá soy Argentino y a decir verdad desconozco cómo es qué se debe tratar a la gente acá, y quise presentarme, ya que vivímos al lado , es bueno saber a quiénes tenemos por vecinos.
Abrió la puerta, volteó la mirada y voila, el chico de la cafetería era ahora nada más y nada menos que su vecino....
(Continuará)
sagaz en su estilo de vida y lenta para establecer una relación duradera.
Cierto día Laura comenzaba sus actividades cotidianas, eran las 9:45 de la mañana, la misma calle, la misma gente, la pintoresca cafetería y el aparador de enfrente que le recordaba
que había llegado la hora de hacer unas cuantas compras otoñales para su armario.
Caminaba detenidamente por la cera de la calle, pensaba en áquella noche en la que sólo estuvieran ella,el sofá, una taza de chocolate caliente, quizás música para relajarse y un buen libro que hacía tiempo había visto en la biblíoteca del centro comercial "Para los buenos amantes de lo prohíbido" un titulo bastante sujestivo; Laura sabía que necesitaba un momento a solas, para delirar, pensar e imaginar todo áquello de lo que jamás había si quiera sido capaz de contárselo a su almohada.
Mientras caminaba paulatinamente miro su reloj y eran ya pasadas las 10 de la mañana,
entró en la cafetería, saludo amablemente a la mesera (una jovencita de unos 19 años de edad, blanca con pecas en la nariz y un tono durazno en sus mejillas, con una coleta y partidura de lado) casualmente ese día Bárbara había sido contratada...
-¿Eres nueva aquí?, no te había visto antes, apenas hace 3 días que no he venido... ¿Qué pasó con Lariza?
- ¿Lariza? acaso no se enteró...
Si supiera, crees qué te lo hubiese preguntado, le respondió de manera irónica.
- Desde luego contestó apenada Bárbara.. con un suspiro exclamó mí tía se volvió a casar y se mudaron a Canadá.
- Con qué prima de Lariza eh... sí así es, yo necesitaba mucho el trabajo y mi prima se ofreció a dejarme su vacante y aquí me tiene.
-¡Qué lástima! Lariza preparaba el mejor capuccino de la ciudad, seguramente le irá bien.
- Si me permite puedo ofrecerle un café.... -Laura, me llamo Laura, bien Laura gusta que le sirva un café, mi nombre es Bárbara y permitame decirle que no me sale tan mal el capuccino, creo que es costumbre familiar pero si no es de su agrado, le preparo otro, ¿Qué dice?
-Está bien, qué sea también un desayuno con jugo de naranja.. ahhh y el periódico por favor.
-Enseguida estarán listos.
Mientras Laura esperaba por su desayuno y el acediado capuccino, la puerta de la cafetería fue abierta por un hombre, alto, apuesto, de cabellos oscuros y ojos expresivos, vestía de manera informal, pants, playera holgada blanca con una leyenda impresa de la compañía para que trabajaba, y tennis... - Un capuccino para llevar por favor.
Laura no lo podía creer, qué hombre tan apuesto, pero qué facha, (ciertamente era el tipo de hombre con el que no estaba acostumbrada a salir, dígamos que a "relacionarse") sin embargo algo llamo su atención, pero lo dejo pasar,¡Bahh! hoy ando de ánimos caídos, y no pretendo lidiar con "mocosos" pensó, mientras cavilaba todo áquello, el "mocoso" de 28 años de edad;dato que Laura desconocía salió aprisa acompañado de su café sin haber recogido su cambio, ésta juventud de ahora, les vale madre todo sollozó riendo.
Dejo de lado áquel chico, desayunó, se dirigió al cajero a sacar una módica cantidad de efectivo e hizo lo que toda mujer prefiere después de tener un orgasmo, ¡Ir de compras!, se midió infindad de prendas desde faldas, abrigos, camisas y por supuesto zapatos, gastó cada centésimo de su dinero, excepto un apartado que guardó en el interior de su bolsa marrón.
Camino a casa, Laura se detuvo en la tienda de música, se dirigió a la sección de jazz y tomó un cd, lo pagó y recordó que únicamente le faltaba adquirir el libro, sin embargo era tarde y tenía que estar en la oficina a las 12, a pesar de que era su día de descanzo necesitaba entregar unas gráficas para el proyecto de remodelación de un múseo; apenas alcanzó a llegar. La única que estaba ahí era Sugey su amiga de la infancia quien era óptima en indagar en sus líos amorosos y por supuesto presta para aconsejarle, digamos que Sugey era la clásica amiga que fungía como la conciencia de Laura, esta vez no había nada que contar, nadie a quién poner en evidencia y mucho menos a quién calificar.
-¿Qué hay de nuevo Laura?
- Nada
-¿Nada?...¿Nada de nada?
-No hombre que nada, y no me molestes con tus indagaciones, he venido única y exclusivamente a dejarte el folleto con las gráficas, he decidido pasar el día entero en casa, iré al centro comercial a comprar un libro, ¿Vienes?... -No gracias, quedé en ir a comer con Roberto, ¿Roberto, el de traje gris cada lunes y qué huele a mantequilla por la mañana?, -¡Laura por favor!...
Está bien, que te vaya bien Sugey, sólo te recuerdo qué mira que lo digo por experiencia ese hombre es un aburrido que no sabe hablar de otra cosas que no sea su propia persona, me retiro, cuídate. Salió apresuradamente antes de que Sugey la invadiera en preguntas por enésima vez.
Al fin estaba en casa ya eran casi las 7 de la tarde, y ahí estaba con el libro, el cd, el sofá, ella misma y con un sustansioso chocolate caliente por hacer, pero decidió tomar un baño de burbujas, el clima se tornó sumamente relajante, velas, música una tina con agua caliente y burbujas, había esperado tanto por ese momento que tomo su debido tiempo, para despojarse de cada prenda, y poco a poco se sumergió en la bañera, la esencia de las velas hacía de aquél sitio un contexto muy seductor, ella terminó su baño relajante, secó su cuerpo y vistió una pijama de seda en color negro, que dejaba ver las pecas de sus hombros, y sus piernas bien torneadas.
Al fin sentada en el sofá tomando chocolate caliente, disfrutando de la música a medía luz justo para permitirle leer el libro recién adquirido.
No es tonto quién desea lo prohibido, si no el que se prohibe desear, así comenzaba el prólogo del libro, Laura encontraba fascinante cada página que leía, sentía que al fin había alguién que la comprendía, aunque ese alguién era inherte a sus sentimientos y que acabaría tan pronto como ella cerrara el libro, entonces tocaron fuertemente su puerta... -Hola, ¿Hay alguién ahí?
- ¿Qué desea?
-Buenas noches, soy su vecino de junto, me llamo Josué , recién llego acá soy Argentino y a decir verdad desconozco cómo es qué se debe tratar a la gente acá, y quise presentarme, ya que vivímos al lado , es bueno saber a quiénes tenemos por vecinos.
Abrió la puerta, volteó la mirada y voila, el chico de la cafetería era ahora nada más y nada menos que su vecino....
(Continuará)
Comentarios
me haz dejado en suspenso!
jaja! soy amiga de rocalfo!
prometo que pasare pronto
a saber que hizo Laura jaja!
bien! cuidate! bye!